El 23 de
enero de 1958, cuando hace 56 años, una insurrección cívico-militar derribó la
dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Es importante recordar que el primero de
enero de 1958 se produjo el primer intento de rebelión militar contra Pérez
Jiménez. El movimiento encabezado por el Coronel Hugo Trejo contó con la
participación de oficiales de la guarnición de Caracas y de Maracay. Por
diferentes causas, ese levantamiento militar fracasó y sus principales
dirigentes fueron hechos presos por la dictadura.
Sin
embargo, a partir de ese momento, la crisis interna del gobierno dictatorial se
acrecentó. Se produjeron nuevos brotes insurreccionales en las fuerzas armadas
y el movimiento popular se manifestó con más vigor en la lucha contra el
dictador. Diversos e importantes sectores sociales se incorporaban activamente
a la lucha.
Las
acciones más fuertes contra la dictadura se iniciaron el 21 de enero cuando los
militares comprometidos y los sectores populares organizados, respondieron al
llamado de huelga general, hecho por la junta patriótica. Como cuenta la
historia: “El paro se cumplió a cabalidad y en muchos sitios de Caracas se
produjeron enfrentamientos con las fuerzas del gobierno. En la noche del día
22, la Marina
de Guerra y la Guarnición
de Caracas se pronunciaron contra la Dictadura ; y Pérez Jiménez, privado de todo apoyo
en las Fuerzas Armadas, huyó en la madrugada del 23 de enero, rumbo a Santo
Domingo”.
Pero la
energía popular de ese 23 de Enero, la posibilidad revolucionaria de esos
días, esa esperanza resurgida del pueblo
por alcanzar la libertad, la independencia y la soberanía, fue desviada y
secuestrada por un luctuoso Pacto de Punto Fijo que condujo al pueblo al margen
de la desintegración. Como se plantea en la columna “Un Grano de Maíz”, ese
pacto, “…fue la puerta de un fraude “democrático” que nos llevó a medio siglo
de oscuridad”.
Ese pacto
de punto fijo fue firmado por los representantes de los partidos Acción
Democrática, Copei y URD, por mandato del Departamento de Estado de los Estados
Unidos de Norteamérica, el cual puso como condiciones, entre otras, para darle
el apoyo total al nuevo gobierno, primera, el desconocimiento de la junta
patriótica que se había creado el 14 de Junio de 1957 y que era presidida por
el periodista Fabricio Ojeda; y segunda, la exclusión del Partido Comunista de
Venezuela en ese nuevo gobierno, a pesar de haber sido ese partido, junto al
ala izquierdista de Acción Democrática, los verdaderos combatientes contra la
dictadura. Así se consolidó, una vez más, la traición a los deseos libertarios
del pueblo.
Poco
conocen de esto las generaciones que se formaron en la llamada “Venezuela
Puntofijista”, porque convenientemente la historia describía ese pacto como un
proceso para recuperar la democracia, ordenar la administración pública,
modernizar al país y gobernar para las mayorías. Cuando la realidad se trataba
del dominio de las oligarquías nacionales, de la subordinación del pueblo a los
intereses del capital trasnacional, de la persecución, de la desaparición y
muerte de opositores al régimen, corrupción y exclusión de las mayorías.
Más de 30
años de oscura “democracia” transcurrieron para que el pueblo, cansado de
soportar un paquete económico subordinado ante los intereses imperiales, a
través del Fondo Monetario Internacional, se levantara a viva voz para reclamar
sus derechos, hecho representado el 27 de febrero de 1989 con “El Caracazo”.
Tres años más tarde, el 4 de Febrero de 1992, a esa rebelión de pueblo, se les une un
importante sector de las fuerzas armadas venezolanas, lideradas por Hugo Chávez
Frías, en un nuevo intento por recuperar las riendas independentistas de esta
Venezuela.
La
historia es un compendio de procesos,
dignos del análisis profundo y certero, ya que de ello depende la comprensión
del momento histórico que estamos viviendo. Y lógicamente, de tener cada día
mayor claridad política e ideológica, del camino que nos falta por transitar.
La historia reciente, la de ya casi 19 años, nos produjo un líder
extraordinario y el despertar de un pueblo, que había sido adormecido por los
planes imperiales que se le impusieron.
Se precisó medio siglo, para que la patria de Bolívar retomara el rumbo
perdido del 23 de Enero de 1958.
Por: Adan
Chavez Frías
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