jueves, 30 de enero de 2014

UNA REFLEXION MATERIALISTA SOBRE LA DELINCUENCIA

El reciente asesinato de la actriz Mónica Spears y su ex esposo, en  trágicas circunstancias, a manos de una banda criminal, ha levantado revuelo en la sociedad. La burguesía acusa simplonamente  él “lenguaje violento” gubernamental como causa de la ola delictiva, y el gobierno acusa a las telenovelas o a la “subcultura” de la violenta como causa de la delincuencia.
Ambos bandos lanzan llamados a la paz, como si la delincuencia venezolana fuera una fuerza política beligerante el IRA o las FARC, lanzan una campaña de paz y amor, pensando que llamamientos a la paz y el amor destruirán a este fenómeno delictivo de hondas raíces socioeconómicas. Piensan que los discursos de promoción de los valores y de una nueva ética serán la solución a problemas, que no tienen su origen en conflictos de orden filosóficos; no comprenden que los valores, la ética y la moral son el producto y el resultado de un orden social y económico. En resumidas cuentas han vuelto a las concepciones de la filosofía idealista, piensan que de las ideas brotara la nueva sociedad y no es así, solamente de una  nueva sociedad puede surgir una nueva moral y unos nuevos valores.
Donde están las causas del auge delictivo venezolano, como refiere la profesora de la UCV Elcy Rosales en una reciente entrevista de televisión, ante el periodista Vladimir Villegas, la violencia delictiva empieza a elevarse en Venezuela a finales de la década de los 80 y principios de los noventas, ¿pero porque?
Durante siglos desde la colonia, hasta buena parte de la historia republicana, el fenómeno de la violencia delictiva era muy escaso en Venezuela, obviando por supuesto la guerra de independencia y los conflictos de orden político que corresponde a otras circunstancias; la delincuencia y el robo eran fenómenos que existían pero eran poco comunes y, esto respondía al el escaso desarrollo de las fuerzas productivas de la Venezuela agraria, ósea era necesario trabajar mucho para obtener poco, por lo tanto había que trabajar más para poder obtener los medios de subsistencia, de allí surgirá de esta realidad material la cultura del trabajo, EL VALOR del trabajo, la ética del trabajo, del esfuerzo, es una sociedad que no tolera el parasitismo y la holgazanería, en donde el robo e incluso el robo de ganado era castigado fuertemente incluso con la muerte, a pesar que las leyes de la época ya prohibían la pena de muerte, esta cultura del trabajo pasara al periodo de la Venezuela petrolera, e incluso en el periodo de auge del proceso de sustitución de importaciones e industrialización del país, esta cultura del trabajo arduo será muy beneficiosa pues le daba a la clase obrera venezolana una ética de responsabilidad y cumplimiento del trabajo, éramos proletarios responsables con nuestro trabajo.
Pero al agotarse el periodo que podríamos llamar “estado de bienestar adeco” finales años 80 , el fin del desarrollismo que nació con producción petrolera, y este auge económico será poco a poco agotado y asfixiado por la dinámica del rentismo petrolero, la una burguesía criolla  se da cuenta que es más rentable comerciar que producir, chupar de la renta del petrolero que crear fuerzas productivas, se va desmantelando todo el tejido industrial nacido de la sustitución de importaciones, ya la Venezuela agraria había sido superara por la Venezuela petrolera, los campesinos , se habían vuelto obreros, pero ahora cerradas las fabricas tampoco podían ser empleados, los últimos tiempos del puntofijismo se sostienen ya de la prebendas, de repartir el dinero del estado entre los acólitos, esa vieja cultura del trabajo de nuestro pasado campesino va a ser sustituida por los nuevos valores emergentes de esta nueva realidad socioeconómica, son los valores del rentismo petrolero, la cultura ya no de trabajar sino de conseguir algo. De estas masas desempleadas pero manipuladas por el populismo adeco surgirá un subproducto aun mas depauperado moralmente, el lumpen, grupos delincuenciales en donde ni remotamente queda nada de la vieja cultura del trabajo, sus valores son el del dinero fácil, del frenético consumo de drogas, sus ídolos son Pablo Escobar, los Mara salvadoreños, desprecian profundamente la vida pues para ellos la vida tiene precio, nacieron del parasitismo, criados bajo ningún criterio de responsabilidad pues en sus núcleos familiares por generaciones nadie ha trabajado, la vida no se gana se roba, se mendiga o se mata por dinero.
Si comprendemos que de una población que ronda ya los 30 millones de habitantes, de las cuales según el INE la población ocupada va por  los 13 millones,  pero realmente en aéreas de producción es mínima la cantidad de población empleada, según el IV censo económico 2007-2008, solo  443.885 venezolanos están en la producción manufacturera, 18.000 en gas electricidad, sumémosle 100.000 que según el ministro Ramírez están en la industria petrolera, y veremos solo algo menos de 600.000 venezolanos están vinculados realmente a la producción, el resto de la población vive a la saga de lo que el estado burgués pueda soltar como migajas.
Que el auge delictivo es producto del fracaso del sistema educativo NO, nuestra escuela está en crisis porque la sociedad rentista que la sostiene está en crisis, no es la escuela la que crea y configura a la sociedad; es la sociedad la que crea y modela a la escuela, si tenemos una sociedad rentista que nada produce, para que fomentar la ciencia y el conocimiento, para que esforzarse en estudiar, cuando nuestra sociedad socialista surja y el trabajo y la creación científica sea una necesidad y una obligación, entonces nuestras escuelas serán centros de trabajo y creación; en la escuela rentista burguesa el modelo para muchos es ese joven que distribuye drogas y tiene dinero, en la escuela revolucionaria el modelo a seguir para todos será el mejor estudiante, que es juega beisbol, se interesa por la ciencia y le guste la poesía.
Rezar, la apología a la bondad y cambiar las telenovelas que, obviamente son de pésimo gusto cultural, no resolverán el problema delictivo, la delincuencia el producto directo del orden económico capitalista, el cual fundamentalmente no ha sido modificado, incluso es un sinsentido que una policía burguesa combata a unas mafias delictivas que ya hoy en día son poderosos conglomerados burgueses, acaso Marx no nos decía que para construir el mundo nuevo primero debíamos destruir el estado burgués a la par de apropiarnos de las fuerzas productivas. Acaso creemos que esta Policía burguesa va a apresar a sus amos. Además salvo Paz y apelaciones morales que se ha hecho en materia policial, lo mismo de siempre, alcabalas y redadas.
La verdadera solución revolucionaria, feroz represión a los grupos mafiosos delictivos y lumpen muchos de ellos íntimamente entretejidos con la burguesía.
Impulsar la verdadera revolución obrera. solamente cuando la clase obrera tome el control de los principales medios de producción y desarrollo un  vasto plan a gran escala de industrialización, que incorpore a amplísimos sectores de la población a la producción, que sean proletarizados, que no se tolere el parasitismo y la holgazanería, que se retribuya y premie el trabajo. Que de la construcción de un nuevo modelo económico socialista emergerá directamente una nueva cultura del trabajo, moral, ética un modelo educativo hijo del trabajo productivo y que retroalimente la producción.
El lumpenproletariado es el detritus de la sociedad burguesa, su desecho, es el pus de una sociedad en crisis, como queremos combatirlo, invocando a un brujo o recurriendo a la ciencia de los revolucionarios, solo revolucionando el orden capitalista resolveremos la barbarie del capital, el dilema de reforma o revolución fue magistralmente resuelto por Rosa Luxemburgo con la frase SOCIALISMO O BARBARIE

Por: Vladimir Abreu

Correo: Vladimirabreu@hotmail.com


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