lunes, 24 de febrero de 2014

La Paradoja de la Dominación

Es fundamental para la Revolución entender los mecanismos de la dominación, comprender los artilugios que hacen posible que las víctimas del despojo sean sus principales soportes.
La dominación es una paradoja: de qué artificios se valen los dominadores que se apropian de la vida, que esclavizan a las grandes mayorías, para ejercer su dominio, y más que eso, por qué ese dominio se fundamenta en la conducta del dominado.
¿Cómo es posible que la víctima elija a su verdugo, lo proteja, reproduzca y lo perpetúe?
La psiquiatría revolucionaria se pregunta: cuál es el mecanismo que hace que el hambriento no robe comida, el explotado acepte que le roben su vida, y además elijan y defiendan a sus dominadores.
Cuál artimaña hizo posible que los alemanes eligieran, produjeran, parieran a hitler, o hace que los soldados gringos vayan a Irak, la policía de España constituida por humildes apalee a manifestantes también humildes, los italianos elijan, produzcan, paran a berlusconi. O más cerca, aquí en Venezuela, se mantuviera durante casi medio siglo al pacto de punto fijo ganando las elecciones con pasmosa unanimidad.
De cuál perversidad se valen los dominadores para romper la esperada relación entre existencia miserable y conciencia de liberación. Por qué los obreros y los excluidos no son automáticamente, mecánicamente revolucionarios, sino al contrario, son defensores del sistema de opresión.
Por qué en Estados Unidos, Alemania, España, Francia, o en la Argentina , países con clase obrera poderosa y con inmensas cantidades de pobres, los parias no se levantan y hacen la Revolución , que mecanismo los resigna a su vida miserable.
Además de estudiar la paradoja de la dominación, es igualmente importante para la Revolución entender cuáles son las fuerzas que ponen en peligro a la dominación, cuáles factores la resquebrajan, cómo se rompe, cómo se restituye, y cómo los pueblos toman el camino del cambio profundo.
Por qué un motín de grandes magnitudes sólo pellizca la dominación, y un puñado de valientes que intenta tomar por asalto a un cuartel, pulveriza al sistema de vasallaje.
Busquemos las respuestas a estas interrogantes en la historia.
Bolívar, en su lecho de muerte nos dijo: “pueblo han abusado de vuestra credulidad…”
El Libertador, liberador de un continente, triunfador de mil batallas, perdió el combate decisivo, el de la conciencia, y fue a parar a San Pedro Alejandrino. El pueblo de Bolívar fue engañado y se convirtió en verdugo de su Libertador. Aún retumban en la conciencia de los pueblos de América sus palabras a la salida de Bogotá, “vamonos que aquí no nos quieren”
Miranda no ganó la conciencia de los venezolanos y cuando desembarcó en Falcón, la gente huyó despavorida del demonio que llegaba.
Más cercano, nosotros descuidamos la conciencia, no entendimos su importancia, y perdimos las elecciones del 2 de diciembre y aún no hemos apreciado el daño que aquel descuido nos causó.
He allí la enseñanza, la batalla importante es en la conciencia y por la conciencia. Allí se gana o se pierde la Revolución. Podríamos ser más audaces y decir que:
“en última instancia todas las batallas revolucionarias son batallas por la Conciencia Revolucionaria ”
En la Revolución , si se pierde la conciencia se pierde todo, al contrario, si se gana la conciencia se gana todo.
De aquí que el estudio de la conciencia, que es el mecanismo más importante de la dominación, es asunto vital para una Revolución.
Lo que mueve al hombre es su conciencia, la acción humana es dirigida por ella. La conciencia del hombre comprende el conocimiento de su ubicación en la sociedad, las conductas que de esa ubicación se desprenden, y también comprende la cultura, los valores, la ética de la dominación instaladas en el conciente, y principalmente, en su inconciente.
La tarea revolucionaria más importante es cambiar esa espiritualidad de la dominación y sustituirla por la espiritualidad de la liberación. Esa es una acción que va mucho más allá de lo material, que es necesario, pero ni por asomo suficiente.
Ahora bien, los hombres de la Revolución , la masa que emprende el camino revolucionario, lleva en sus alforjas la serpiente de la dominación. En otras palabras, la Revolución se hace con el hombre nacido y educado en la dominación. Y debemos recordar que los pilares fundamentales sobre los cuales se instala la conducta, la conciencia son sembrados en la primera infancia, de allí su arraigo profundo.
La dificultad de construir el futuro socialista con el hombre del pasado capitalista se resuelve en el partido de vanguardia.
Este es la agrupación de los más concientes. Sobrepasa las carencias, los vicios individuales con sus mecanismos de vigilancia, de crítica fraterna, de ejercicio de una relación amorosa que prefigure la nueva sociedad.
El partido de vanguardia es un instrumento del futuro formado por la suma de los mejores hombres del pasado. Es encargado de guiar la sustitución espiritual de la sociedad.
La oligarquía nos presenta combate en el plano material, da golpes, saboteos, atentados, magnicidios, genocidios, de todo hace, sin embargo, su principal arma está en el terreno espiritual.
Allí activa los valores que ha inculcado en las masas, en el inconciente colectivo, que constituyen los fundamentos del modo de vida oligarca:
El valor del tener por sobre el ser, el valorizarse por lo que tienes, no por lo que eres. El valor del atesorar como signo de poder y de seguridad. El individualismo, la desconfianza en el prójimo, la deshonestidad, la mentira. La búsqueda del lucro personal. El desprecio al humilde. La inmediatez, el facilismo, la búsqueda del logro fácil, el despilfarro. La falta de rigor, el desprecio al esfuerzo. Y sobre todo el egoísmo, pilar de toda su espiritualidad.
A esa activación se dedican todos sus medios de difusión, pero también la escuela, la iglesia, la cultura, el deporte, toda la actividad de la sociedad lleva el sello de estimular, reproducir, perpetuar estos valores espirituales que son soporte de la dominación. Así se mantiene el sistema y esa es su mejor defensa.
La Revolución que descuide este flanco principal de la batalla está irremediablemente perdida

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