lunes, 10 de febrero de 2014

MAS FÁCIL PASA UN CAMELLO POR EL OJO DE UNA AGUJA QUE EL CAPITALISMO POR LA LEY DE COSTO

Conciliar con el capitalismo, es como montarse en un carrusel. Daremos vueltas sobre un mismo punto y al final volveremos al punto de partida. Esta semana comenzamos una nueva vuelta en el tío vivo: entra en vigor una nueva versión de la ley de costos y precios justos, en un esperanzado intento de controlar al capitalismo nacional mientras construimos lentamente y por etapas el socialismo. A diferencia de la ley promulgada hace 2 años, la vigente incluirá 3 nuevos delitos: desestabilización económica, reventa de productos de primera necesidad regulados y corrupción entre particulares.
Pero ¿por qué pensamos que serán infructuosos los inmensos esfuerzos de la recién creada superintendencia nacional para la defensa de los derechos socio económicos (SUNDDE)?
Comencemos imaginando una escena: un ejército de hombres intenta apagar un gran incendio. Mientras tanto a escasos metros se encuentra un ejército numéricamente superior autorizado para propagar el fuego. Para colmo de males son expertos y a la gente le parece bien que sigan incendiando. Esa fuente infinita y permanente de hombres prendiendo fuegos hace imposible y físicamente insostenible la labor de los primeros.
Pero seamos más específicos. Como sabemos, la ganancia es la condición necesaria del capital, a través de ella y de su crecimiento, el empresario puede competir y eventualmente triunfar sobre otros capitalistas. Los capitalistas necesitan la ganancia para vencer en la lucha competitiva con otros empresarios que venden el mismo producto. La competencia implica en si misma, obtener una tasa de ganancia superior al otro para capturar más espacios de mercado. Si un empresario tiene mayores ganancias gana en la competencia y el otro le se queda sin “nada”. No es un problema subjetivo, el empresario debe actuar de esa manera no tiene opción, como tampoco la tiene el sistema capitalista, productivo o como queramos llamarle (1).
En países fuertemente industrializados la obtención de esta tasa de ganancia deviene del plus valor que obtiene el capitalista como consecuencia del trabajo que otras personas realizan a su servicio. En el sistema capitalista el trabajo es una mercancía, más allá de los “buenos deseos” y la ganancia es la diferencia entre lo que paga el empresario por la mercancía fuerza de trabajo ( o por el costo de importación ) y lo que esta mercancía le produce. Pero en países rentistas como el nuestro la ganancia viene de la obtención de la renta para importar y a través de esa intermediación ganar sobre otros importadores.
El Estado socialdemócrata puede intervenir para arbitrar entre los diversos sectores del capital en su lucha intercapitalista, pero sin revertir las bases de la competencia y las condiciones del mercado. Cuando intenta hacer reformas sobre las leyes “naturales” del mercado, este reacciona y termina con estos “disparates”. Si el Estado que plantea las reformas para proteger algunos sectores no da el salto definitivo hacia el Socialismo, termina siendo sometido por las presiones de los sectores dominantes que no se querían perjudicar, por ser “productivos”.
Pero supongamos que la Ley funciona a la perfección. Los empresarios la acatan mansamente, y solo unos cuantos van presos por unos 5 años en cárceles especiales para empresarios. Todos se encarrilan, acuerdan un salario mínimo que será más o menos estándar entre empresas que se dedican a la misma actividad. Los precios de las materias primas utilizadas son en términos generales son idénticos, pues la compran al mismo capitalista en el exterior. Los valores del mercado impondrían un precio promedio y en algunos casos estarían regulados o subsidiados.
Supongamos que es posible esa realidad extraña, donde todo lo anterior ocurriera. Una especie de falsa convivencia armoniosa. ¿Cómo hacer para competir? ¿Cómo desplazar al otro empresario para ocupar su nicho comercial? ¿Cómo revertir la merma de las ganancias? Ya los capitalistas del mundo han pensado como solucionar estos problemitas: 1) aumento del grado de explotación del trabajo; 2) falsificación de productos o piratería para abaratar los costos; abaratamiento de los elementos que forman el capital constante; 3) exportar (escúchese bien exportar, una palabra más suave en vez de extracción)
Por ejemplo la Apple para poder competir con Windows, somete a trabajos forzosos a 300 mil chinos. Subway para competir con Mac Donalds utiliza ingredientes plásticos para darle apariencia de consistencia a sus sándwich. Embaucar al público haciéndole creer que está comiendo alimentos de calidad superior. Colocarle elementos plásticos a la leche para que aparente ser más espesa y de mayor contenido proteico. O más simple aun, vender el pollo entero y congelado para que tenga más pesos.
Pero supongamos otro escenario ficticio, que todos nuestros capitalistas nacionales se echen a la quiebra porque la ganancia no les da. Aun estaría el capitalismo trasnacional que nos considera un mercados emergentes de “nuevos ricos”, pero también vive un auge considerable un grupo de trabajadores y profesionales con mayor poder adquisitivo y voluntad de consumir. Sin embargo, no debemos caer en el engaño. Las cifras arrojaran saldos favorables pero esta realidad no implica necesariamente mayores cotas de bienestar, reparto equitativo de la riqueza o avance hacia el socialismo.
Habríamos fallado en el sistema social. Habríamos fallado en el objetivo inicial de la creación de ley de precios justos “del acceso de las personas a los bienes y servicios para la satisfacción de sus necesidades” (2), pues en el capitalismo no se produce para satisfacer necesidades reales. Habríamos fallado en la posibilidad de levantar una sociedad socialista donde la ganancia no es la del 30% de cada empresario mercenario, o de cada conglomerado de empresarios, de sino donde la ganancia seria el ingreso neto de toda la sociedad creado por el trabajo de todos los trabajadores.
Por: Rosa Natalia. 

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