jueves, 6 de marzo de 2014

UNA INVITACIÓN ÉTICA.

  • Hace un tiempo leí un artículo que entre otras cosas señalaba lo siguiente:
  • “Pertenezco a un país donde la "viveza" es la moneda que siempre es valorada tanto o más que el dólar. Un país donde hacerse rico de la noche a la mañana  es una virtud más apreciada que formar una familia a largo plazo basada en valores y respeto a los demás.
  • Pertenezco a un país donde la gente se siente triunfal si consigue “pegarse” al Cable del vecino o robarse la luz
  • Pertenezco a un país donde  las personas tiran basura en las calles y los escombros en las quebradas y luego  reclaman al gobierno por no dar mantenimiento a las calles y a los drenajes.

  • Un país donde puede subir una persona de edad avanzada, o una mujer con el niño en brazos o algún discapacitado a algún autobús y la persona que viene sentada se hace la dormida. Un país donde si tropiezo a alguien, le meto un insulto o le saca una pistola.

  • Un país donde mientras más maldigo y culpo al Presidente, mejor me siento  como persona.
  • Vivo en un país donde, las mujeres perfectas son las que miden 60,90, 60, se ponen silicón en su trasero y senos para parecer cada vez más “perfectas”, donde  entre mujeres estamos pendiente y vemos de reojo, cómo se viste, maquilla o camina la otra chica, para desprestigiarla o burlarnos de ellas por “tierruas” “bichas” o faltas de glamour.

  • Vivo en un país, donde en la cultura de lo público, aun vemos, la transacción, las comisiones, el matraqueo y las palancas como mecanismo para lograr objetivos personales o ascender socialmente, sin importarnos si con ello, lesionamos intereses colectivos.
  • Un país donde tenemos una hipócrita conciencia ambientalista, pues lavamos la calle a  chorro abierto, botamos  la basura  por la ventana del autobús o en medio de la calle “rapidito… para que no nos vean”. 


Este artículo realmente me impresionó moralmente y estoy segura que a ustedes también, al mismo, podríamos añadir una lista de situaciones y particularidades con las cuales identificaríamos lo que, lamentablemente, aun sucede en   nuestro país.   Después de leerlo me  pregunté; ¿Qué hacer?, ¿Cómo revertimos estos vestigios de poca humanidad que aún nos queda y nos impide lograr nuestro pleno Desarrollo, ¿qué podemos hacer para transformar esta realidad?

A mi parecer, pienso que ya hay un gran paso de avance y es que precisamente, tenemos un proyecto de país, delineado en nuestra Constitución y en el Plan Nacional Simón Bolívar (I y II).  Un proyecto, que impulsa nuevas formas de relacionarnos en lo social, político, económico y que en lo ético,  propugna el protagonismo del hombre nuevo y la mujer nueva, planteamiento que hizo el “Che” hace mucho tiempo y que quizás, de tanto oírlo ahora, nos  suena trillado,  pero que guarda profundo significado y completa vigencia.

Significa, el  resurgimiento  de hombres y mujeres con  valores y ética cónsona con el proyecto socialista (justicia, igualdad, solidaridad, libertad,  respeto mutuo, tolerancia, amor a la patria y a nuestros semejantes), en contraposición con los valores que sustenta el modo de producción capitalista. Una misión titánica,  paso a paso, que no la podemos lograr de la noche a la mañana, tampoco por decreto, que  involucra romper con esquemas, actitudes, formas de pensar y actuar  que aún están enquistadas en nuestras venas; e involucra una transformación de la conciencia y acción desde el día a día, desde nuestra cotidianidad, desde el cómo nos vemos, cómo nos sentimos, desde el cómo valoramos a otros y cómo nos valoramos nosotros mismos, es decir, nuevas relaciones que podemos ir construyendo  desde el diario compartir  con nuestra pareja, con nuestros hijos e hijas, con lo amigos y amigas, con los vecinos y vecinas, con los políticos, o políticas, porque de no hacerlo, muy lejos estaremos de lograr el sueño de la patria socialista que todos o la gran mayoría queremos
         
 Reitero, gracias a Dios, gracias a Chávez, estamos decididos a  convertirnos en un país distinto, estamos en el transitar de ese sueño, pues ya podemos ver millones de compatriotas leyendo, participando, estudiando, creando, liderando e impulsando ideas y empresas nuevas, un país que crece, avanza en su economía, en obras e infraestructura, en atención a las necesidades básicas del pueblo y donde éste  cada día  desarrolla mayor conciencia y una profunda  memoria política e histórica.
Nos falta mucho todavía para ser esos hombres y mujeres que nuestro país necesita, no lo podemos negar. Esos antivalores   esa "sagacidad" o viveza criolla que ya hasta pareciera  congénita, esa deshonestidad a gran escala que  crece y evoluciona hasta convertirse en casos de escándalo, esa falta de calidad humana  va y tiene que  cambiar, desde nuestro ejemplo, desde nuestra práctica. Debe convertirse en un compromiso ético  de todos los venezolanos y venezolanas para los años y futuro venidero, no en vano, ya está planteado desde las líneas estratégicas   nuestro Proyecto Simón Bolívar.

Estoy segura, si cambiamos como personas, como seres humanos  en nuestros valores, seguro, más tarde que nunca vamos a transformar nuestro país. ¡Hagamos el esfuerzo!, vale la pena, tratemos de comportarnos desde esos valores que pregonamos, demostremos consonancia entre  el discurso y la práctica, seamos  coherentes,  “forma y fondo” juntas, no basta parecer revolucionarios, sino serlo, sentirlo y demostrarlo. Por eso, todos los días,  preguntémonos ¿qué hacemos para mejorar a la humanidad...? y, lo más importante… “actuemos para dejar nobles huellas a nuestro paso”.

Por: Mirian Luna.

F.P.L.N 

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