
De
todo esto surgen preguntas: ¿qué es lealtad?, ¿cuántos tipos de lealtad
existen?, ¿cuándo se rompe la lealtad?, ¿cómo es la lealtad con los
leales?, y muchas más. Intentemos algunos elementos para las respuestas.
Difícil
definir lealtad, se confunde con sumisión, con seguimiento ciego, con
fetichismo, con pérdida de independencia, con enajenación. Quizá podamos adoptar la definición del clásico: “La lealtad es compartir un mismo ideal, saber que la persona objeto de la lealtad lo lleva a su concreción”.
De allí que la lealtad es un sentimiento recíproco, se es leal y el
depositario de esa lealtad la retribuye con idéntico sentimiento.
Podríamos añadir que la lealtad implica un contenido ideológico, no es
algo ciego, sin límites, sin definiciones.
Aún
es difícil no confundirse, necesitamos más precisión. Veamos cómo es la
lealtad de un oportunista, de un pragmático: cuándo está con el
gobierno, es leal a la oportunidad de enriquecerse, de tener poder. Esa
lealtad no puede ser igual a la del que está con el gobierno porque
defiende un ideal. Llamemos a la primera “complicidad”, y reservemos el
término “lealtad” a la segunda.
Entonces, el
concepto de lealtad está ligado al contenido, al ideal, la búsqueda de
este ideal dota al líder de una historia que lo cubre de una especie de
magia, lo funde con la espiritualidad, lo hace grande.
Los
líderes que son fieles al ideal siempre contarán con la fuerza, por eso
la batalla principal de los enemigos es separar al líder del ideal, de
esta manera consiguen anular la lealtad de las masas, confundirlas. Así
hicieron con Bolívar, como él mismo se lamenta: los enemigos han hollado
en lo más sagrado, en su reputación.
Aún
hoy, Bolívar suscita lealtades por su ideal de Patria Grande. Martí es
Martí por su visión de Patria es Humanidad. Fidel es inmenso por ser el
líder del ensayo socialista en América y el faro que guía, que
permanece, por encima de la caída del campo socialista. El Che cabalgó
al mundo sobre el rocinante de su ideal, con la adarga al brazo, siempre
“temblando de indignación frente a la injusticia”, “luchando contra el
imperialismo donde quiera que esté”. Fabricio, Jorge Rodríguez, Américo
se elevaron en el martirio. Un ideal los hizo inmortales.
Somos
leales a Chávez porque consiguió, con valentía, fundirse en un ideal,
en la aspiración suprema de la humanidad, en el Socialismo, y lo hizo
cuando el pragmatismo, el interés material, la viveza, el egoísmo eran
la norma casi unánime.
Chávez forma parte de la historia de este anhelo de la humanidad que
viene desde Cristo: ahora Chávez y el Socialismo son una misma fuerza
que sostiene el sentimiento de Patria. Esa tríada merece lealtad.
Cuando
la lealtad se desliga del ideal que la sustenta se rompe, es una
lealtad rota, artificial, sólo una cáscara, una imitación.
Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
!Con Chávez, leales al Socialismo!
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