lunes, 8 de septiembre de 2014

LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA: EL SALTO NECESARIO



Especial de Tribuna Popular.- La Revolución Socialista es la única vía para la sustitución radical de un modo de producción para el cual el ser humano es una bestia de carga que una ínfima minoría puede oprimir y explotar.
El trabajo como actividad virtuosa y creadora está más amputado, devaluado y envilecido. Cada día que pasa el capital exige, en el intercambio de mercancías por medio de su valor, cantidades enormes de trabajo por bagatelas. La inflación en el renglón de alimentos rozó el 70%, destrozó en un año la mitad del poder adquisitivo de 14 millones de trabajadores y trabajadoras que enriquecen a unos pocos patronos.
Para algunos parece no estar clara la lucha contra los opresores. Veamos, lo que dice el ex ministro del Trabajo, Roberto Hernández: “buen número de empresarios han asumido el proyecto socialista y no hay razón legítima para que los obreros, unidos, encaren su propio proyecto” [i] y el ministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, agrega que: “[en Venezuela] no hay obreros, no hay burguesía nacional, no hay nada…Lo que hay es un conjunto de gente que vive de la renta petrolera” [ii]. Es fácil notar que en la mente de los dirigentes bolivarianos de ayer y hoy, divagan dislates reformistas y lugares comunes erróneos que invitan a la pasividad y a la desmovilización.
La Revolución Socialista la hacen la clase obrera y sus aliados naturales: los explotados de las fábricas, del campo, de los comercios, servicios y oficinas, todos unidos contra la opresión y la mutilación intelectual y económica del trabajo alienado. La revolución la acompaña y organiza un Partido revolucionario, clasista y con sólido trabajo intelectual, en el cual los enemigos de clase y principales beneficiarios del trabajo ajeno no son bienvenidos. La revolución amerita la nacionalización de los grandes capitales (con propiedad estatal, planificación centralizada y gestión obrera transparente), haciendo especial énfasis en la banca, el comercio exterior, el agro, la educación, la industria y la salud.
Debe estar claro que la Revolución Socialista se inicia al arrebatar a la clase capitalista su poder político y económico, no se puede hablar de revolución sin este paso.
La burguesía tiene intereses antagónicos con el pueblo obrero e impide sus reivindicaciones más modestas. La clase obrera tiene una teoría revolucionaria (el socialismo científico) y un proyecto revolucionario (el Socialismo). El populismo es la negación de ese proyecto.
El reformismo y sus variantes socialdemócratas son superficiales, banales y estériles. Sólo la Revolución Socialista puede ser radical y profunda. Las medias tintas e intentos cobardes por frenar y ralentizar la revolución con alianzas burguesas, reconciliaciones y mesas de “diálogo”, son el alimento con que se sostiene la débil y parásita burguesía local.
Vacilar es perderse, luchar por destruir las relaciones de opresión capitalista es un deber universal. Organizarse, investigar y accionar materialmente contra el capital es la única forma de entenderlo y criticarlo.
i Citado en artículo de Luis Britto García “¿Quién hará la revolución?”, 17 de agosto de 2008.
ii Entrevista de Manuel Cabieses a Rafael Ramírez, julio de 2008.
(*) Asociación Latinoamericana de Economía Política Marxista

Por: Manuel Sutherland

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