En Venezuela, a lo largo de los últimos casi 15 años, hemos tenido ─como caracterizó el PCV en su 14º Congreso, en 2011─ “un gobierno democrático, progresista, de orientación patriótica, antioligárquica y antimonopólica, inscrito en un proceso de liberación nacional que se desarrolla pese a grandes dificultades, que promueve una distribución más equitativa de la riqueza”, y que ha llevado grandes beneficios que históricamente le habían sido negados al pueblo.
Pero, al mismo tiempo, el PCV alertó que después de las elecciones presidenciales de 2006 “comenzó un lento pero incesante proceso de debilitamiento relativo del apoyo popular al gobierno”, ante lo cual planteó que “es necesario reorientar revolucionariamente el proceso para corregir los graves vicios y desviaciones que han surgido en todos los niveles de gobierno, y que han deteriorado su credibilidad y debilitado el entusiasmo del apoyo popular”.
El Partido del Gallo Rojo dijo claramente que debían atacarse: “el despilfarro, el burocratismo, el nepotismo, la corrupción, la carencia de eficaz control y contraloría social, la falta de planificación centralizada de la economía, y el asistencialismo como método para ganarse la voluntad inmediata de las masas de manera clientelar”.
En este sentido se inscriben las propuestas que está presentando el PCV para una Nueva Política Económica, de contenido patriótico, popular y revolucionario.
Es mucho lo que está en juego y hay que dar respuestas concretas y coherentes, con construcción y aplicación colectivas y unitarias.
EDITORIAL – Tribuna Popular Nº 228.-
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