La democracia burguesa es el instrumento más eficaz para la
dominación capitalista, tan eficaz que sustituye la función de la religión, de
la superstición. Ahora el "pueblo" es su propio fetiche.
El llamado pueblo funciona como un dios: Nadie sabe dónde
está, pero todos lo convocan. Tiene sus sacerdotes, son los más audaces, los
que hablan en su nombre. Posee su altar, "la calle", que nadie sabe
qué significa en realidad, dónde se encuentra, puede estar en cualquier lado.
Ejerce su propia liturgia, las procesiones de los activistas que marchan
instintivos, los coros insensatos. Está rodeado de esperanza, el "sabrá
qué hacer" es como un mantra que esperamos resuelva los problemas. Así el
dios se funde con la grey, es la misma grey, responsable de liberarse y al
mismo tiempo esclavizarse, víctima y verdugo, su propio sepulturero.
De esta manera la burguesía, el capitalismo, consiguió una
fórmula magnífica de dominación, en ella cabe todo, desde asesinatos de
herejes, hasta venta de repúblicas, la violencia sólo aparece en pocas
ocasiones, el mismo dios se encarga de someterse, es su propia cadena.
La democracia opio de los pueblos tiene sus mandamientos,
como cualquier religión: Uno, debe fragmentar a los dominados, impedir que se
reconozcan como cuerpo, organismo, como sociedad. Esta es la clave de la
democracia burguesa: fragmentar dando la imagen, la sensación, de integración.
Dos, debe proteger por sobre todas las cosas a la propiedad no social de los
medios de producción. Tres, se puede disentir todo lo que se quiera, berrear y
gritar, pero no se puede atentar contra los dos mandamientos anteriores,
hacerlo es anatema que conduce a la crucifixión.
Pero el hombre es un animal social, lo dijo un gran filosofo
hace milenios, entonces ¿cómo hacer para instaurar la fragmentación sin sumir
al hombre en la demencia? La respuesta está en la apariencia, aparentar
agrupaciones que nublen la pertenencia a la sociedad, sustituir la conciencia
de sociedad por la inconsciencia del egoísmo grupal, de esta manera el club
sustituye a la sociedad, la pertenencia al Caracas, al Magallanes, al Boca
Juniors, al Barcelona, nubla al todo social, la militancia en el partido cual o
tal sustituye la pertenencia a la humanidad. Así funcionaron aquellas
"sociedades de vecinos", y funcionan hoy las "comunas" y
los "controles obreros".
Y así va el mundo bajo el manto de la nueva religión,
peleando, simulando, pero sin salirse del catecismo, el que lo haga es
aplastado por la furia de los heraldos negros, invadido, asesinado, todo es
aceptado para preservar la religión.
Algún día regresará la sensatez, y el humano dejará la falsa
religión, algún día la humanidad se reconocerá a sí misma, y se cumplirán los
mandatos "amaos los unos a los otros" y "Patria es
humanidad". Desde ese momento todos viviremos como hermanos, "todos
por el bien de todos". Acercarnos a ese instante es la labor de la Revolución y de los
revolucionarios… lo demás es floripondismo.
Por: Toby Valderrama y Antonio aponte
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